Puerto Alegre

Con Roberto “Peluchin” Revoredo, gran historiador peruano, quien me fue a recibir al aeropuerto de Porto Alegre.
Con Roberto “Peluchin” Revoredo, gran historiador peruano, quien me fue a recibir al aeropuerto de Porto Alegre.

Columna En la boca del tunel

Por Fernando Jimenez

Puerto Alegre nos recibe con una temperatura de 28 grados. El saco incomoda.
Tras una escala en Santiago en el vuelo 601 de LATAM salimos y entramos en un minuto en el aeropuerto Arturo Merino. En el avión que salió de Lima me topo con Omar Ruiz
de Somocurcio y Raúl Romero.

“Menchooo…” se sorprende Omar. Nos vamos juntos, agrega. No sé, le digo. Hasta  Santiago sí, pero de ahí a Porto Alegre dependo de un milagro. Le explico que tengo pasaje
liberado y si el avión está lleno ya fui. Tengo que esperar dos días en Santiago para agarrar el otro vuelo a Porto Alegre. Si, si vas a alcanzar cupo, me alienta Omar. Dios te oiga le digo.

Saliendo con mi bolso de mano del aeropuerto rumbo al avión
Saliendo con mi bolso de mano del aeropuerto rumbo al avión

Bajo del avión y camino raudo hacia Conexiones. Le muestro el pasaje ve mi tarjeta de  embarque en la que está endosado el ticket de la valija y me dice: En Perú le han puesto que su valija queda en Santiago, vaya inmediatamente a la rotonda y retírela, primero
haga aduana, salga y vuelva a entrar suba al tercer piso por el ascensor y se va al módulo 34, ahí se registra nuevamente y le darán otra tarjeta de embarque.

¿Y si no hay cupo? Pregunto. Vaya nomás, hasta el momento viaja. Faltan algunos pasajeros registrarse y el vuelo se cierra en media hora, suerte. La voz de la linda empleada del counter de LATAM me alienta. Me reconforta, pero debo apurarme, solo
falta una hora para que la nave salga a Porto Alegre.

Qué sufrimiento, por Dios. Ya estoy en la nave. Me tomo un selfie para enviarle a mi familia y se tranquilicen. Aterrizamos en Porto Alegre. Ruego encontrarme con Renato, el editor de Todo Sport, quien ya está hace unos días por acá. También espero que me haya ido a buscar mi gran amigo peruano Roberto “Peluchin” Revoredo, con quien jugaba pelota hace
unos años en el Salesianos.

No veo a nadie. Voy en busca de un chip para tener internet ilimitado. No lo encuentro. Pido wifi del aeropuerto y se reactiva el whatsaap. Tengo 50 mensajes. Voy leyendo
uno por uno. El mensaje de Renato dice: Estoy en el estadio viendo el Inter – Bahía. Es su partido 450 de D’Alessandro y ojalá pueda entrevistarlo. Ya fui, dije, Camino hacia la puerta para ver si tomo un taxi y lo veo de espaldas a Peluchin.

Conversa con dos amigos. Un hombre y una dama. Me acerco por atrás y le meto la mano al bolsillo, pensé que se iba a asustar y ni se inmuta. La dama me mira y se ríe. Entiende la broma y el grado de confianza. Nos damos un abrazo con Roberto. Me lleva al hotel en su auto. Me alojo, dejo mis valijas y salimos a cenar.

Mientras vamos en el auto me cuenta que en su calidad de historiador, ha dado unas charlas en los ejércitos de Sudamérica. El tema que expone es “El papel de la Prensa en la Independencia de Perú”. No existe ese texto en los escritos de los historiadores como Jorge Basadre y Dellepiani. Me interesa el tema y le hago muchas preguntas. Me sorprendo cuando me cuenta que José de San Martín desembarcó en Perú con su Expedición Libertadora sin disparar un solo tiro.

El Virrey casi se vuelve loco, sigue contándome, ellos eran como 4 mil que acompañaban
a San Martín, y les decía a los realistas: Yo soy hijo de españoles como ustedes. Ya tenemos sangre sudamericana. Ya independizamos Argentina y Chile, ahora falta el Perú, quiero que entiendan, no opongan resistencia. El Virrey se asustará y fugará, ya son 400 años de colonia. El Perú tiene que ser libre e independiente, cuenta que les decía San Martín, Cuando expongo esto en las Fuerzas Armadas del continente me aplauden y me condecoran.

Ya estamos en un pub muy bonito en la zona residencial de Porto Alegre. ¿Qué te parecen esas bellezas? Me pregunta mirando embelesado a las damas que están sentadas con amigos tomando y comiendo picadas. Le digo que son bellísimas. Mi esposa es descendiente de alemanes, señala. Porto Alegre es una ciudad de inmigrantes alemanes
y acá están las mujeres más bellas del país, me asegura. Pedimos una picada para compartirla.

Nos tomamos unas cuantas cervezas bien heladas. La charla se hace amena. El mozo se acerca y nos cuenta que a ese pub va Paolo Guerrero. Le preguntamos si va
solo o con su novia Alondra y responde que asiste con amigos para jugar al truco. Ya estamos cansados. La cama nos espera. Roberto está trabajando en la Sala de Prensa del Estadio Arena Do Gremio. Me dice que me espera para darme las entradas, tickets de zona mixta y conferencia. Nos damos un apretón de manos y un fuerte abrazo. ¿Te acuerdas cuando jugábamos en Salesianos?. Le pregunto. Cómo no Mencho.

Mira que ya pasaron 20 años y nos volvemos a ver. Chau Roberto, me alegra ver a un peruano triunfador en esta ciudad. Y pensar que en Perú quizá ni te reconocen. Así somos
los peruanos.