Denuncian que la salsa ha sido vetada en Gran Teatro Nacional

Ministro Alfredo Luna Briceño debe responder por ello ante opinión pública.

En los últimos días, trascendió una denuncia que ha generado preocupación en el sector cultural y en la industria del entretenimiento, sucede que un funcionario interino del Ministerio de Cultura llamado Luis Miguel Chivilchez Talledo, que se encarga del área de eventos del Gran Teatro Nacional (GTN), habría bloqueado la realización de conciertos de salsa y otros géneros tropicales en el principal recinto escénico del país por que los consideraría de menor categoría que otros generos.

Según versiones de productoras afectadas, esta decisión estaría limitando no solo la diversidad cultural que el GTN ha impulsado en los últimos años, sino también el acceso de millones de peruanos que consumen y celebran estos ritmos.

De acuerdo con estas fuentes, Chivilchez habría rechazado solicitudes de importantes productoras para alquilar el teatro, argumentando que las fechas ya estaban comprometidas. Sin embargo, los colectivos sostienen que no se ofrecieron alternativas y que la negativa habría respondido, más bien, a una postura personal contra estos géneros musicales. La situación resulta especialmente llamativa si se toma en cuenta el éxito rotundo que la salsa ha tenido en el GTN durante los últimos tres años, con funciones completamente agotadas y montajes que posicionaron al teatro en el radar internacional.

Uno de los casos que más ha encendido las alarmas es la supuesta desestimación del concierto del mundialmente famoso “Gran Combo de Puerto Rico”, agrupación emblemática que incluso ha elogiado públicamente la acústica y la calidad técnica del Gran Teatro Nacional. A ello se suma la negativa a propuestas para presentar a Grupo Niche y La Sonora Ponceña, tres nombres de indiscutible prestigio en la música tropical.

Frente a estas acusaciones, diversos actores del sector cultural consideran indispensable que el ministro de Cultura, Alfredo Luna Briceño, disponga una investigación interna que permita esclarecer por qué se habrían rechazado proyectos artísticos de alto impacto, especialmente en un espacio concebido como un escenario plural, abierto y representativo de la diversidad cultural del país.

Para muchos promotores, la situación no solo perjudica económicamente a las empresas que buscan programar espectáculos, sino que envía un mensaje contraproducente: que ciertos géneros populares tendrían un lugar secundario dentro de la institucionalidad cultural. En un país donde la salsa y la música tropical forman parte de la identidad colectiva, las decisiones sobre el uso de los espacios públicos deben garantizar transparencia, inclusión y respeto a la pluralidad artística.