¿Se acuerda de Pedro Monzón?

  • Jugó en Alianza en el 95 junto al Loco Enrique. Fue un defensa rudo que inclusive integró la selección argentina que subcampeonó en el Mundial de Italia 90. 

  • Tras caer en el mundo de las drogas, se recuperó y ahora es asistente técnico de Julio César Falcioni en Independiente de Avellaneda. 

  • “Diego Maradona me salvó la vida. Me vino a ver cuando estaba en el peor momento de mi existencia. Por él me recuperé, era mi Dios y no le podía fallar”. 

  • Fue entrevistado por el ‘Pollo’ Vignolo y su panel, muchos televidentes lloraron con su historia y elogiaron su humildad”. 

 

ENTREVISTA 

ESPN Deportes 

 

¿Quisiste volver a Independiente?  

Le pedí muchísimo a Dios volver a Independiente, le estoy muy agradecido a Falcioni y la dirigencia, también a la gente que me quiere, pensé que ya se habían olvidado de mí. 

Debes estar feliz…  

Me emociona. Ojalá no sea un sueño y si lo es, que no me despierte nunca. Demostrar que no se equivocaron en elegirme. Hace 19 años que soy director técnico. 

Tuviste muchas dificultades, ¿no? 

Venía de una familia muy pobre. Llegar a Independiente y conocer lo que es una ducha para bañarte, sentarte en un inodoro. Eso no existía en mi pueblo. Tampoco ganábamos mucho dinero, la peleábamos. En la pensión éramos once chicos y había seis camas y cinco colchones. Eso me fortalecía porque yo quería cumplir el sueño de jugar en primera. 

¿Era difícil ganarse un puesto? 

Delante de mí tenía a Trossero y a Villaverde, imagínate. Villaverde llegaba y se la daba al compañero, yo la tiraba afuera y se escuchaba un murmullo. Estaban acostumbrados a él y a Trossero. 

¿Quién te entrenó como defensa?  

Nito Veiga, él decía que había que prepararse para ser el mejor.  

¿Eres un hombre de metas?  

Me pasaron cosas en la vida, desafié los retos y es muy difícil, pero lo intenté. El reto de estar con mis hijos más tiempo que no lo cumplí. 

¿Cómo fueron tus momentos más difíciles?  

Pensé en suicidarme muchas veces. A veces iba a lugares humildes de Avellaneda, me cacheteaban y me decían: “Tomátelas, acá no te podés pelear, te meten un tiro y fuiste. ¿No entendés que te queremos?”

¿Fuiste con mala leche contra Klinsmann, en la final del Mundial 90?  

Si le hubiese pegado de verdad, se habría lastimado. Y yo todavía estaría preso en Italia

¿Cómo fue esa jugada?  

Pensé que llegaba a la pelota…pero no llegué. Y lo toqué. Fue un poco aparatoso, pero creo que estuve bien expulsado. Con Klinsmann ya nos conocíamos de un amistoso en Berlín en 1988. Fue una jugada parecida: fui al piso, él la tocó por un costado, me saltó, y yo tiré el manotazo y lo agarré de los huevos. Hubo tumulto, me querían matar todos los alemanes.

¿Qué significa para vos ser el primer expulsado de la historia en una final de Mundial?  

Significa que jugué la final de un Mundial. Y que se cumplió el sueño que tenía de chiquito.

¿Te genera orgullo o vergüenza?  

Vergüenza, no; orgullo, porque no fue mi intención dejar el equipo con uno menos.

¿Qué te dicen tus hijos cuando pasan la jugada por TV? 

Los más grandes me dicen: “Ya pasó”. Mis nietos, en cambio me dicen: “¡Qué patada que pegaste!” o “¿Por qué lo hiciste?”.

¿Entraste nervioso a esa final? 

Estábamos preparados. Bilardo me avisó en el entretiempo que entraba por Ruggeri y no me asusté, porque aparte yo ya había jugado finales importantes con Independiente. Bilardo nos preparó durante 3 años para jugar los 7 partidos de un Mundial.

Si no te expulsaban, ¿crees que Argentina ganaba esa final?  

No soy de ponerme a pensar “qué hubiera pasado si…”. 

¿Bilardo y tus compañeros se enojaron con vos? 

Para nada. Sí me gritaron cosas a mi regreso los hinchas y algunos árbitros: “Por vos perdimos la final”, y ese tipo de cosas. La pasé mal y me deprimí.

¿Te siguen gritando hoy?  

Cada tanto me recuerdan la expulsión. Hay hinchas que me gritan por mi adicción. Yo fui uno de los primeros del país en admitir públicamente que estaba enfermo por la droga. Algunos lo toman como un chiste, son gente mala, van a la cancha a recordarme eso y no saben que mañana le puede tocar a él o a un hijo.

¿Te calentás?  

No, yo me río. Seré ignorante pero hay más ignorante que uno. Quizás el que grita toma mucho más alcohol, le pega a la mujer o no trabaja para llevarles de comer a sus hijos y pagarles un estudio.

Para cerrar la historia del Mundial 90, ¿Codesal nos bombeó?  

No creo. A Codesal lo he visto varias veces y tenemos una buena relación. Lo conocí en una cancha, mirando un partido del ascenso en México. El cómo director de los árbitros y yo como espectador. Lo fui a saludar. Me confundió con algún futbolista mexicano. Un señor que estaba con él, le dijo: “Es Pedro Monzón, el que expulsaste en la final del 90″. Ahí se acordó, me dio una tarjeta y más de una vez fui a su oficina a tomar café. Me atendió muy bien y me recomendó a muchos presidentes, porque consideraba que estaba haciendo un buen trabajo.

¿No pensaste en ponerle alguna gotita de cianuro en el café?  

No, no jamás (risas), si encima me recomendaba. Nunca hablamos de la final: ni de mi expulsión, ni del penal. Nunca quise preguntarle porque así como yo me equivoqué muchas veces en la vida, y lo hice sin querer, él también se pudo haber equivocado.

¿Por qué te dicen ‘Moncho’?  

Me lo puso Marangoni pero no sé si porque me vio parecido a alguien de una película o porque a la gente del campo le dicen ‘Moncho’. En mi tierra me decían ‘Nené’ o ‘Negro’. A los negros nos dicen siempre ‘Negro’ en todos lados. No me ofende, siento que me lo dicen cariñosamente.

Vos te hiciste bien de abajo  

Vivíamos en un rancho de paja al lado del río, en el barrio San Cayetano de Goya, Corrientes. Cada vez que subía el río, entraba el agua a casa. ¿Luz? Noooo, nos alumbrábamos con velas, tampoco había gas, así que en invierno calentábamos agua con leña y nos bañábamos con eso; en verano, directamente en el río.

¿Cuántos hermanos son? 

Éramos cinco pero fallecieron dos el mismo año, cuando yo tenía 7. Dos mujeres. Una era un año mayor que yo y la otra, tenía meses. Murieron por enfermedad. Fue muy duro. Mi hermana Esther, la mayor, llenaba los álbumes de figuritas y en vez de cambiarlo por una muñeca, lo cambió por una pelota para dármela a mí. No lo olvido más.

¿De qué laburaste?  

Fui ayudante de panadero, coseché hojas de tabaco, vendí bolitas y helados por la calle, y después en la construcción. Empecé a trabajar a los 7 años.

Laburando habrás levantado paredes como albañil, después ya ninguna…  

¡Qué hijo de puta! ¡Qué maldito! (risas). Es cierto que jugando no levanté ninguna pared, pero algunas cortamos, eh. Por lo menos veía desde el fondo las que la levantaban Bochini, Marangoni, Burruchaga, Diego, un lujo.