Se dio un volantín y su rostro denotaba alegría. Levantó los brazos, la hinchada del Cantolao sonreía y lo premiaba con aplausos. Era Sandro Rengifo. Sentí una alegría enorme. Así me pongo cuando un chico de la Copa Perú demuestra su calidad en el fútbol profesional. Aprovechó un pivoteo del colombiano Fabián Gonzáles, le cayó justo a los pies, lo encaró a Emiliano Ciucci, le picó el balón en diagonal y se metió al área ante la desesperación del defensa argentino quien lo jalaba de la camiseta, pero Rengifo le sacó ventaja a velocidad y cuando salía Martinuzzi se la colocó al palo izquierdo de su arco. Gol de Cantolao. Carlos Silvestri su DT y el banco saltan emocionados. Le ganaban al Boys con nueve hombres. Era una hazaña. Al final le empataron, pero esa es otra historia.
Hace unos cinco años, Ricardo Valencia, el “Romántico” me alertó: “Hay un enanito que juega como los dioses, tienes que ir a verlo. Su nombre es Sandro Rengifo y tiene apenas 17 años. Juega para el Social Audaces de Lurín. Tiene una habilidad espectacular”. Un miércoles quedé en comer un ceviche por Chorrillos con mi amigo Pepe Ayala. Lo animé a ir a ver al Audaces. Fuimos a la cancha y lo vimos en acción. “Me encanta ese enano, pero lamentablemente no está para el fútbol profesional, es muy chiquito”, me dijo Pepe. “Si fuera así Messi nunca hubiese jugado al fútbol”, le dije. “Ya pues Messi es Messi”, me respondió Pepe.
Al final del partido nos acercamos donde Rengifo y tenía la sonrisa pícara. Le tomamos foto. Y le dije a Pepe, tenemos que ponerle una chapa. Así lo hacemos famoso. Y tras barajar una serie de apelativos lo bautizamos como “El Nene”. Solo hay dos que tienen esa chapa, el argentino José Sanfilippo y Teófilo Cubillas. Vamos a ver qué pasa con ese sobrenombre si funciona o no, le dije a mi amigo. Lo seguimos viendo más partidos y nos dimos cuenta que en Lurín ya le decían el “Nene” Rengifo, lo que nos causó mucho agrado.
Nos contó que había nacido en Ventanilla. Que nunca fue a una academia porque no tenía plata para pagar la mensualidad. Que jugaba pelota todos los días en su barrio. Que un amigo lo llevó a Lurín y lo colocó en el Social Audaces. De ahí lo jalaron como refuerzo en la Etapa Departamental los de Huracán Trapiche de Canta. Y viendo esos partidos se lo jaló el Sport Ancash de Pepe Mallqui. Jugó en la Segunda Profesional y fue elegido El Jugador Revelación en el 2016. A fines de ese año Mallqui lo vendió al Alfonso Ugarte de Puno para que juegue la Copa Perú el año pasado. Cantolao se avivó y lo contrató para el 2018. Se sacó la lotería. Kiko Mandriotti ya lo había visto en la final que jugaron en Matute.
Ojo con este “Nene”. Silvestri lo pone de a poquito en los segundos tiempos. Y hace bien. Cada que entra mata. Ya lo sufrieron el Sport Huancayo y el Boys. Pensar que hace un par de años se recurseaba como arlequín en La Hora Loca, un grupo que anima fiestas. Así llegaba los domingos a su club, aun con la cara pintada como payasito. Así como Rengifo hay muchas historias de chicos en los barrios. Pero como no tienen padrinos se pierden en la injusta nebulosa del tiempo y de la argolla.
—————