Escribe: Fernando Jiménez
Desde Moscú – Rusia
Francia levanta la Copa y se baña con la rebelde lluvia que azota Moscú. Parecen lágrimas que se envuelven en un abrazo fraterno de todo un país. Es su segunda Copa, la primera fue en el 98 y la ganó en su casa. Y ahora la levanta con una pléyade de raza africana rescatados de sus colonias. Pero franceses al fin así se discuta. Le ganó a Croacia en buena lid. Le metió cuatro y pudo ser más. Y lo aniquiló cuando los croatas pestañearon. Tuvo mejores atributos futbolísticos y mejor despliegue en sus líneas. Con jugadores que marcaron la diferencia en cada acción, pero que tuvieron encima a un rival que nunca claudicó hasta el último minuto de la brega.
El primero fue un autogol de Manzukic en su intento de despejar. Empató Perisic transitoriamente con un zurdazo inatajable, esa fue la de cal y la de arena cuando metió la mano fuera del cuerpo y cometió penal que convirtió Griezmann. En el segundo tiempo, hubo una jugada que salió de los pies de Pogba para Mbappé, éste se la devolvió a Griezmann y el iluminado francés le puso una masita a Pogba para que decretara el tercero. Cinco minutos después, Mbappé ponía el cuarto y cuando olía a goleada una falla de Hugo Lloris le permitió a Manzukic marcar el 4-2 definitivo.
A mí me gustó el Mundial. No sé si porque estuve acá y lo vi con otros ojos. Desde que vi a Francia ante Perú supe que sería protagonista y lo reflejan las líneas que escribí por ese entonces. No me defraudó y al final se llevó la Copa. Tuve predilección primero por Pogba, seguí con el fútbol vistoso y veloz de Mbappé, me gustó la mixtura de Kanté y la inteligencia de Griezmann para jugar. Un mediocampo lírico y agresivo. Que regulaba cuando las situaciones lo requerían. Su romanticismo se entremezclaba con el pragmatismo. Y cuando le daban espacios mataba. Así lo sepultó a Argentina y le metió cuatro. Así lo liquidó a Uruguay y siguió pasando.
Fue un justo campeón en un Mundial en el que prevaleció el orden táctico, la pelota parada, la disciplina sin desbordes. Las incursiones veloces y la estrategia por encima del fútbol atildado. Fue el triunfo de Europa sobre Sudamérica. De la practricidad sobre la improvisación y el desequilibrio. El sabor latino lo puso Francia. El coraje y valentía Croacia. El orden Bélgica. Brasil fue la decepción al igual que Alemania. La apatía de Inglaterra. El desastre de Argentina que jugó a nada y la garra uruguaya que vendió cara su eliminación.
Pero al margen de todo ello, la emoción en las tribunas la puso Perú. Llegaron casi 50 mil peruanos de todas partes del mundo. El “Contigo Perú” retumbó y emocionó más que nunca, hasta las tumbas de Cavero y Avilés. Con qué unción se cantó el cuasi himno peruano. Si hasta vi lágrimas de emoción en las tribunas al entonarla. Fue la mejor hinchada del Mundial reconocida por propios y extraños que valieron crónicas elogiosas en diarios ingleses, franceses y brasileños. Perú no hizo el ridículo, tampoco logró el objetivo de pasar a la siguiente fase. Se encontró con una serie de inconvenientes que no supo resolverlos, como el penal errado de Cueva y la no inclusión de Paolo, desde el saque, ante Dinamarca.
Me voy tranquilo y feliz. Ustedes juzgarán si hice un buen trabajo. Me hubiese gustado producir más, pero las circunstancias lo impidieron. Cada año nos cierran más las puertas para llegar a los protagonistas. Y en el Mundial que viene será peor. Pero si me voy contento de haber conocido un país lindo, cálido y generoso que me cobijó un mes en su seno. Adiós Rusia, nunca te olvidaré y siempre te recordaré con todo mi corazón.
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