Por Fernando Jiménez
Muy pocas veces he visto enojado a Juan Carlos Oblitas. Ha saltado hasta el techo por unas fotos que se han filtrado en las redes sociales. Debo suponer que él no reclama por las fotos en la que está junto al Comando Técnico y Oviedo. Lo que él pitea es cómo se filtró en la que está abrazado con el presidente de la FPF. Uno no abraza al otro, los dos se abrazan. Y esos gestos solo se dan con los grandes y queridos amigos. Oblitas se siente mal porque cuando Oviedo cayó en desgracia dijo en una conferencia de Prensa, que le daba asco. Sonó muy fuerte. Tan duro, que hasta se especuló que iba a renunciar. Es claro, si algo me da asco, me voy. No hay tutías. Pero los que lo conocemos al “Ciego” de hace tantos años, sabemos que él es así. Dice una cosa y después se arrepiente.
Una vez cuando regresaba con la selección, y él era técnico, llegó tan molesto que cuando le hicieron una pregunta, respondió. “Y soy así, soy cholo terco”. El mismo se puso su chapa. Eso aprovechó hábilmente El Bocón, y a partir de ahí le pusieron ese rótulo de Cholo Terco. Qué iba a reclamar, si el mismo se había puesto el apelativo. Después del Mundial de Estados Unidos 94, le hice una entrevista en la cancha de Cristal, club al que volvió tras el fracaso de asistente.-asesor de Popovic. Y en parte de la entrevista cuando le pregunté por Micky Rospigliosi, estaba tan enojado con él, que me dijo: “Ese es un mongolito. Hace poco me tiró al público encima en el Estadio Nacional. Me dio bronca porque yo cuando él era chiquito, yo le limpiaba el poto (sic). No te rías, sí, Pocho me llevaba a su casa y cuando hablaba por teléfono me decía: Ciego míralo el gordito que está en el baño”.
Le advertí que lo estaba grabando, que iba a publicar esas declaraciones y me dijo: “Ponlo tal cual te lo digo, Así le duele a ese mongolito. No te chupes, ponlo nomás”. Tenía licencia para hacerlo. Imagínense lo que sucedió el día que salió publicada la entrevista. Bien temprano me llamó Micky (Rospigliosi) y basado en la amistad que tenía con él de algunos años, me preguntó si era verdad lo que había declarado Juan Carlos. Pidió el mismo espacio para responderle y le dijo “Camaleón”. Fueron años de un periodismo controversial, duro y fuerte. El mismo Oblitas nos tildaba de caníbales.
A Juan Carlos, particularmente, le tengo respeto. Para mí es el mejor puntero zurdo peruano que he visto. Con un desborde espectacular. Como técnico no sobresalió quizás por falta de carácter y porque tuvo la mala suerte de dirigir a un grupo inmanejable, indisciplinado. Le faltó más barrio para enfrentar esas inconductas. No obstante, eso no significa que lo considere mala persona. Al contrario, es un hombre que respeta a su familia, que no anda en escándalos. Aunque creo que es egoísta, le encanta el billete y no se la juega por una causa común.
A mí me gustaría que lidere el reclamo de sus colegas entrenadores. Pero nunca lo hizo, ni lo hará. Le gusta estar más cerca del poder que de la lucha. Y ese abrazo del oso que le dio a Oviedo lo dice a las claras. Como dice un amigo. Sacándole todo lo malo, es una buena persona.
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