El último adiós

Columna En la boca del tunel
Columna En la boca del tunel

EN LA BOCA DEL TUNEL 

Escribe: Fernando Jiménez
Desde Sochi – Rusia

No río ni lloro. Pero me emociono. Soy mortal. Soy humano, demasiado humano. Veo a mi gente reír, veo a mi gente llorar y me enternezco. La tribuna está a mis espaldas. Me doy vuelta y observo rostros de alegría. Miran al campo y aplauden. Ahí están los jugadores. Se abrazan, algunos deslizan lágrimas como Cueva. Miran las tribunas y hay un mar enorme de gente, de banderas peruanas, de vinchas, de gorros. Invadieron Rusia. No se arrepienten. Llegaron ilusionados. No se dio, pero tampoco se van tristes. Nunca se olvidarán de este Mundial. De esta Rusia generosa y trabajadora. No la imaginaban así, la creían dura, insensible y dictatorial.

 

Perú no elaboró, pero esta vez metió los goles. Ganamos. Nos despedimos del Mundial con una victoria. Y eso es bueno. Fue el partido más bajo de los tres que jugamos. Ellos tuvieron la posesión de la pelota, más que nosotros. Llegaron más, pero no supieron concretar. Merecieron mejor suerte, pero al igual que nos ocurrió y por eso nos vamos antes de que termine la fiesta es que no saben meterla. Australia es un buen equipo físico, no fue fácil ganarles. André Carrillo, el mejor jugador peruano en el mundial, y Paolo Guerrero lo impidieron.

 

Pero eso no quita mi emoción, antes y después del partido. Usted lo habrá visto y escuchado por la tele, pero a mí me emocionó sobremanera ver a más de 40 mil peruanos cantar el Contigo Perú. Muchos lloraban en las tribunas una vez que culminó el encuentro. Se sentían más peruanos que nunca. Solo la cuarta parte de todos ellos llegaron de nuestro país. Los demás lo hicieron desde diversas partes del mundo. De Estados Unidos y de los países cercanos a Rusia de Europa.

 

Lo veo a André Carrillo salir para que ingrese el “Caballito” Hurtado. Y el público se levanta de sus asientos. Lo aplauden de los cuatro costados. El también levanta sus abrazos y aplaude como diciéndoles gracias por el apoyo. La “Culebra” fue el mejor. Por sus arranques, por sus desbordes, por sus centros. Su freno y fintas de ida y vuelta impredecibles. Por el golazo que metió de bolea, mismo Carlos Gómez Sánchez, “El Tábano” en su mejor momento. Eso me contaba Pocho en tertulias nocturnas en el Palacio de las Papas Fritas.

 

¿De qué depende que usted se quede en la selección? Le pregunto a Ricardo Gareca en la conferencia de Prensa. Y le agrego: Por favor si pudiera hacer una autocrítica de su gestión ahora que terminó su contrato. Y la otra es para André Carrillo a quien primero felicito por su gran actuación en este mundial y le inquiero que me diga a partir de qué momento se decidió patear más al arco. Gareca me dice que tiene que esperar la oferta de Edwin Oviedo y después analizará la posibilidad de quedarse o irse. “Mire yo firmo contrato por cuatro años. No abandono el barco a medio camino. Es un tema muy serio que debo estudiarlo bien. Y respecto a una autocrítica, si he cometido muchos errores durante el proceso”.

 

 

Salgo de la conferencia. Busco la zona mixta, retomo el Media Center, los colegas escriben para sus medios. Dejo mi laptop en una de las mesas. Pido un cappuccino, un sanguche triple. Hace hambre. Eddie Fleichman y Peter Arévalo también están con su bandeja. Argentina le gana a Nigeria. Apareció Messi y anota un golazo. Los colegas argentinos gritan el gol. Se termina la noche del martes en Sochi, empieza la noche en Perú. Pero con otra faz, reluciente y generosa. Nos fuimos con la frente en alto. Ya está en los dirigentes consolidar esta ilusión y que se transforme en una realidad. El tiempo lo dirá.