La frialdad de Gareca

Columna En la boca del tunel
Columna En la boca del tunel

Por Fernando Jiménez

Qué difícil debe ser para un entrenador dirigir en
Perú. Y lo digo porque no estamos preparados
para el sacrificio. Cuando escucho por la propia
boca de algunos mundialistas de antaño decir “Ya nos
queríamos regresar porque estábamos aburridos”. O ver
hace unos años a jugadores que eran contratados por
clubes del extranjero y regresarse porque extrañaban su
cebichito o a su perrito, me hierve la sangre. Ahora veo
que llega Jefferson Farfán y no se inserta de inmediato a
la selección porque van a pasar el día con su mamita. Y recién
hoy lunes va a la Videna. También ver por televisión
a una señora decir que tiene una pena enorme de estar
alejada de su hijo y no pasar su día con él.

Siempre pensé que la mejor cura para un engreído
era poner a su suplente. Gareca no inventó nada porque
eso ocurre en su país. En Argentina los entrenadores no
son de gritonear a sus pupilos. Se aniñan y le ponen al
suplente y detrás de cada titular hay cuatro. Por eso no
se quieren ni lesionar. Acá se aniñó el Loco Vargas y le
pusieron a Trauco. Se engrió Farfán y chau. Fue como
decirle ahora ruega tú para que vuelvas. Lo mismo Pizarro
y otros. Por eso Gareca los curó a punta de suplentes.
El único que nunca se aniñó fue a Paolo Guerrero. Ojalá
Dios quiera que juegue el Mundial.

Hemos pasado 36 años de ostracismo porque se
equivocó el camino. Nuestros técnicos deben agradecerle
a Gareca. Su equilibrio es admirable. No se peleó con
nadie, siempre fue educado hasta con la prensa que lo
tuvo contra la pared. Y eso es meritorio en él. Tiene un
carácter muy distinto a la flema de sus compatriotas. Por
eso será que lo quieren tanto en su país. Al punto que en
este debate de llamar o no, a Pizarro la mayoría de cibernautas
opinan: “Hay que dejarlo a Gareca que decida, él
sabe lo que hace”.

Confieso que yo no tendría la frialdad de él en situaciones
límites. Es que hay algunos que sacan de quicio y
cuesta controlarse aunque a medida que pasan los años,
voy tomando las cosas con soda. Cuando el “Tigrillo” lo
encaró en esa conferencia de prensa que pasará a la historia
y lo puso contra la espada y la pared, no se desubicó
nunca. Se puso un poco colorado, pero sin perder la compostura.
Yo me preguntaba si Carlos Alberto encaraba
de esa manera a Miguel Company, a Roberto Chale o al
Coco Basile iban a tener esa tranquilidad con lo que Gareca
contestó. Por todo ello, creo que estamos en buenas
manos. Ojalá nomás en el Mundial no borre con la mano
izquierda lo que está escribiendo con la derecha.

En un país con jugadores con debilidad mental los
potenció. Les hizo creer en ellos mismos y emergió de un
Cuevita engreído a mejorar un poco su actitud, que si él
no fuera así hoy tendría la idolatría del mismo ‘Cholo’ Sotil.
Al menos, eso es lo que pienso, por ahora.