Los peruanos en River

Columna En la boca del tunel
Columna En la boca del tunel

Por Fernando Jiménez

El primer peruano que vistió las sedas de River Plate fue don José Soriano. Fue capo de capos, se podría decir que fue el mejor de todos los peruanos, Jugó en la década del 40 e integró ese equipo que la denominaron La Máquina que tenía una delantera formidable. Quizas la mejor que tuvo en toda su historia: Angel Labruna, Muñoz, Adolfo Pedernera, el Charro Moreno y Félix Loustau. Soriano era el capitán de ese equipo y la prensa argentina le puso el apelativo de “Caballero del Deporte” por su caballerosidad dentro y fuera de la cancha. Su hijo trabajó años después en la rotativa del diario Crónica de Buenos Aires.

Tras el sudamericano del 59, los millonarios quedaron sorprendidos con la selección peruana y contrataron a “Huaqui” Gómez Sánchez, Miguelito Loayza y Juan Joya Cordero “Negro el 11”, éste último solo estuvo un año porque lo contrató Peñarol de Montevideo, equipo con el que salió Campeón Intercontinental en la década del 60 y fue ídolo de los uruguayos. Miguelito Loayza tuvo como compañeros a los hermanos Onega, Daniel y Ermindo, así como al Indio Solari, papá del actual DT interino del Real Madrid. Había mucha rosca (argolla) me contó alguna vez Miguelito y por eso no lo pensó dos veces y se fue al Barcelona de España. El último que vistió las sedas de River fue Josepmir Ballón. Fue recomendado por Angel Cappa. Sus buenas actuaciones en la Universidad San Martín convencieron al DT argentino, pero llegó en un mal año porque River se fue al descenso. Aunque Ballón se regresó antes que suceda aquello.

Recuerdo que cuando vivía en Buenos Aires escuché que ellos estaban muy interesados en César Cueto. Y él que lo sugirió a Hugo Santilli, el presidente de River, fue Néstor “El Pipo” Gorosito. Aquella vez le dijo: “Presi hay un peruano que tiene una zurda fenomenal. Su nombre es César Cueto. Tráigalo así tendré un socio para que me acompañe en el medio”. Se hizo las gestiones, pero ya César había decidido hacer su carrera en Colombia. Otro jugador que pudo llegar a River fue Marco Echegaray, un volante del ADT de Tarma. Inclusive lo inscribieron telegráficamente para una Copa Libertadores. No se concretó su pase e ignoro las razones porque no firmó contrato.

La tradición de River es un fútbol bien jugado. A diferencia de Boca que tiene un estilo más guerrero. Los hinchas de River tienen mucha simpatía cuando ven jugar a la selección peruana. Y es por la similitud de la camiseta. La franja roja los cautiva. Recuerdo que cuando jugamos con Argentina en el 85 y el diseño de Adidas que vestía a nuestra selección fue espectacular, los hinchas decían que era la camiseta más hermosa que habían visto. Se acerca la hora de la verdad. Ya falta poco para ver ese partido tradicional, quizás el más interesante del continente. No todos los años Boca y River juegan una final de Copa Libertadores. Y no solo hay expectativa en Argentina sino en el mundo futbolístico. Son dos equipos queridos y admirados en nuestro país y por eso la expectativa.