Nostalgia

Columna En la boca del tunel
Columna En la boca del tunel

Escribe: Fernando Jiménez

Se va el año. Qué rápido. La navidad está cerca. Unos días más y ya estamos en la noche buena. Reflexión, recuerdos que asoman. Noches tristes y alegres. Unción católica. El nacimiento de Jesús. El más grande a quien veneramos hace 2019 años. La Era Cristiana. Se sacrificó por nosotros ante unos bárbaros que lo crucificaron. Aún recuerdo una navidad del 80, sentado en una mesa de un bar de Buenos Aires y faltaban pocos minutos para la noche buena. Solo, triste, sin trabajo y sin familia. Me sacaron de la pensión donde vivía por una traición de mi compañero de habitación. Solo tenía 20 años.

Feliz Navidad nene, me decían los parroquianos cuando abandonaban el bar. Gracias señor, muchas gracias, igual para usted. Sumido en una profunda tristeza. Si supieran que mi navidad no tenía destino, pensaba. Un nudo en la garganta. Quería llorar, pero de mis ojos no brotaba ni una lágrima. Recordaba cuando 4 años atrás la pasé haciendo guardia en un torreón del Batallón de Paracaidistas N° 19 en el Rímac. Tampoco lloraba. Me estaba graduando de hombre. No podía claudicar. Fuerza muchacho, huevo, huevo, huevo, me decían los oficiales. Tenía 16 años. Imberbe. Sin pelos tupidos en la quijada. Aguante Mencho, ya vendrán épocas mejores.

Y vaya si fueron pasando los años. Entremezclados con amargura y pena. Con risas y llantos. Con satisfacciones y alegrías. Metido a fondo en el periodismo, qué privilegio. Si hago lo que más me gusta. Me apasiona. Desde 1980 no se trabajar en otra cosa que no sea periodismo. He visto tantas cosas, que ya casi nada me sorprende. He elaborado portadas que yo mismo me sorprendo. Realice reportajes que dificulto se pueda hacer ahora a los personajes actuales del fútbol. Los tienen tan protegidos de manera desmesurada. He cubierto comisiones que con la mirada de mis jefes, sabía si estaba bien o  mal. He escrito en máquinas viejas, con cintas gastadas removiéndolas con el dedo para que aflore la tinta.

He visto apariciones tecnológicas que asombraban. Cuando apareció el FAX festejamos con muchas cervezas con mi jefe Enrique “El Cholo” Roel. Debutó enviándome texto y fotos desde Montevideo donde fue a cubrir una Copa Davis. ¿Qué tal pasó mi material?, preguntaba por teléfono. Oye hermano, texto sí, pero el fax no, porque salen fotos negras. Y la risa que afloraba en la redacción. No obstante, quedaba de lado el télex. Apareció un gran invento como el Facsímil. Y cuando apareció el internet, con el primero que disfrutamos sus bondades fue con el Neto Cavagneri en la Copa América 89 en Paraguay. Me parecía increíble leer el periódico en el cual escribíamos y verlo por la pantalla.

Hace muchos años me dijeron: Aparecerán las computadoras y nos quedamos sin chamba. Igual que ahora dicen que por el internet desaparecerán los periódicos. Puede ser, pero el periodista nunca morirá, porque las máquinas no escriben solas.