Por Fernando Jiménez
Siento pena. Mucha pena. Una tristeza que me doblega. Al “Tanito” Bártoli lo conocí personalmente en 1993 cuando recién había salido a circulación Todo Sport. Fue en una ocasión que viajé a Sullana para cubrir un partido de la “U” que jugaba con Alianza Atlético, equipo que dirigía por esos años. Lo encontré en el Hotel La Siesta en la mañana, un día, antes del partido, me sorprendió: “Qué dice Jiménez, cómo anda. Todas las semanas leo Todo Sport y quiere que le diga algo – me siguió hablando – usted es el único que pone las alineaciones de todos los partidos. Eso nos sirve a los entrenadores. Así sabemos quienes juegan y cómo se paran nuestros rivales”. Sucede que algunos medios, por cuestión de espacio, no ponían las alineaciones de los partidos en provincias. Y los encuentros no se televisaban.
Nos hicimos amigos. Un día me invitó a tomar desayuno al Carbone, el famoso cafetín que está en el jirón Huancavelica y Caylloma en el centro de Lima. Le gustaba mucho el sanguche de jamón del país. Le hice una entrevista. Me preguntó: ¿Cuántos años viviste en Argentina?. Quince, le dije. Yo estoy acá más de 35 años y soy un peruano más. Tano, le dije y no se te ha ido tu acento. Y me responde ¿Y qué querés que no labure?. Me reí tanto que él también se contagió. Me estaba graficando que a los dirigentes peruanos les gustaba contratar a los entrenadores argentinos. Unos días después, le conté a Daniel Peredo, cuando jugábamos en la Peña Calila, y lo puso en la columna de datos de El Bocón. Ahí se popularizó esa frase del buen Tano.
En 1990, hubo un Seminario para Entrenadores de la FIFA en el Sheraton. Venían a dictar Carlos Pachamé y el doctor Raúl Madero para los médicos. La cita era a las 4 de la tarde. Estaba de moda la Escuela Bilardo porque había sido campeón del mundo en el 86 y subcampeón en el 90. Los periodistas que cubríamos ese evento estábamos en los pasillos. De pronto llegó el Tano a las 4 y 10. Tocó la puerta y cuando iba a entrar Pachamé, quien ya estaba dictando la clase, lo echó. ¿Dónde va?. ¿Estás son horas de venir?. El Tano no respondió y salió calladito. Nosotros, los periodistas, nos enojamos con esa actitud de Pachamé. Tano cómo te va a tratar así ese machetero de M. Y ya está, qué le vamos a hacer. Lo vi nacer en el fútbol y mirá cómo me trata. Por eso no me voy nunca del Perú, nos dijo y se retiró.
Cuando terminó su clase Pachamé lo encaramos y le preguntamos: ¿No le parece que se le pasó con mano con el trato que le dio al señor Sabino Bártoli?. Ah, era el Tano, no lo reconocí, que me disculpe, dónde está que le quiero dar un abrazo. El Tano ya se había ido.
Cuando le conté días después, me dijo: Sí lo leí en tu periódico. Gracias, yo sé que vos me querés. wSe nos fue el Tanito. Me dicen que tenía 92 años. Se me hace un nudo en la garganta. Lo extrañaré bastante. Creo, sin temor a equivocarme, que fue el argentino más querido en el Perú. Hay tantas anécdotas que me quedé corto. Chau Tanito siempre te llevaré en mi corazón. Fuiste un tipazo.