Tito Elías se fue al cielo

Columna En la boca del tunel
Columna En la boca del tunel

Escribe: Fernando Jiménez

Tendría unos 12 años cuando fue la primera vez que vi en vivo y en directo a Tito Elías. Entrenaba en La Florida en la cancha de Sporting Cristal. Cuando el club rimense tenía socios y yo era uno de ellos. Aún recuerdo con emoción cundo Zoila Fernández, me entregó mi carné blanco con la insignia del club. Mi nombre, apellidos, número de socio y un porta carné en el que detrás de la foto estaba un cartoncito con el número de mes cancelado. Si era marzo, en el cartoncito figuraba un 3 con un sello. Así los porteros miraban el número y dejaban ingresar. Era la época de oro del fútbol peruano y Cristal tenía seis jugadores en la selección: Rubiños, Campos, La Torre, Mifflin y Albertito Gallardo.

Un día percibí que cuando hacían camotito no le hablaban a Tito Elías. Sus compañeros estaban enojados con él por unas declaraciones que hizo a La Tercera de La Crónica en la que mostraba su enojo por la poca predisposición del equipo en una gira que hizo por Centroamérica. No fue por mucho tiempo, porque en dos semanas hablaron con él y se arregló el asunto. Tito era un buen lateral izquierdo. Era un zurdo fino, elegante, con salida clara. Era el más técnico de los otros tres que componían la zaga rimense: Eloy Campos, el Chito La Torre y el “Cóndor” Mellán. Fue preseleccionado algunas veces por Didí, pero delante de él tenía a Nico Fuentes y un año antes del Mundial, Rafael “Calidad” Risco estaba en su mejor momento. Por eso no fue a México 70.

Hace unos años lo entrevisté a Julio Baylón y le pregunté: ¿Quién fue el que mejor te marcó?. Y Julio Chico, así le decían en El Porvenir, me dijo: Tito Elías. Yo pensé que me iba a decir, Nico o el cargoso del “Perro” Vilchez, pero me volvió a decir Tito. Después me explicó: “Era un buen muchacho. Cada que jugábamos ante Cristal y salíamos a la cancha se me acercaba a saludarme. Era el único porque creo que los demás me tenían bronca, él me daba la mano y me decía: Qué tal Julito, cómo estás, cómo anda la familia. Oye hermano, después de eso cómo me lo iba a llevar como a los otros. Por eso que cada que lo encaraba daba pase. Y al siguiente día salía en los periódicos qué bien marcó Tito Elías a Baylón”. Me reí tanto que hasta lágrimas de los ojos me salían en su casa de Balconcillo. Julio era un personaje.

Hace unos cuatro años, ya cuando regresó de Venezuela nos hicimos bien patas con Tito. Él vivía en San Miguel y yo en Magdalena. “Ya pues Mencho cuándo me haces una nota”, me decía. Lo invité a un programa que tenía en Radio Ovación a las 10 de la noche. No lo veía bien de salud y el doctor Javier Quintana lo ayudó para que haga el curso de Comisario en el fútbol de menores de la FPF. Ahí se entretenía y lo veía siempre en la Videna. La última vez que lo vi fue cuando fue a recoger sus entradas de cortesía que le daba Pedrito Gonzáles a las Viejas Glorias. Fue en el partido ante Nueva Zelanda en el Estadio Nacional. Ahí estuvimos conversando y riéndonos también con Víctor Rostaing y Juan De la Vega. Chau Tito. Me da pena tu partida. Dios te cobijará en el cielo.