Por Ernesto Cavagneri
El deporte peruano no es ajeno a la miseria moral en la que conviven nuestros políticos. Vivimos en una sociedad tan corrupta que minimizamos los actos reñidos con la moral como si nada. Lo que acaba de suceder con la señorita Diana Gonzales, debería servir para que el Instituto Peruano del Deporte (IPD), realmente participe de manera más activa de los procesos electorales en las diferentes federaciones.
La verdad que si analizamos bien la labor del Presidente del IPD, podríamos decir sin temor a equivocarnos que cumple una función decorativa, porque solo aparece para las fotos de corte social, pero cuando las papas queman en instituciones en conflicto como la del vóley, el señor Oscar Fernández brilla por su ausencia. Se supone que el jefe máximo del deporte en el país debe actuar de manera decidida en resolver los problemas de sus subordinadas, pero nada de nada.
En el tema de la Federación Peruana de Voleibol (FPV), el señor Fernández ni siquiera se ha pronunciado. Es evidente que hubo irregularidades e incluso, más gente debió ser sancionada, pero parece que hay un ánimo de sobreprotección hacia algunos personajes de la net alta, quienes creen que tienen licencia para cometer irregularidades por el simple hecho de ostentar un cargo o haber pasado por un combinado nacional. Y esto no es así.
Hay muchas federaciones en el desamparo total y tampoco se ve capacidad de reacción para sacarlas de la situación paupérrima en la que se encuentran. Es necesario que las autoridades del IPD hagan bien su chamba. La verdadera labor está en reflotar las disciplinas que están al borde de la desaparición.
Alguien tiene que decirle al señor Oscar Fernández Cáceres que, no lo han designado como máxima autoridad del deporte peruano para que solo se preocupe en el alquilar el Estadio Nacional para los conciertos de rock. El hecho de haber sido un deportista calificado no lo convierte en un dirigente calificado y lo viene demostrando. Su labor es pobre y se le escapa la tortuga en el ascensor, porque no es posible que frente a sus narices pasen irregularidades como las de la federación de vóley y se haga al desentendido. El deporte peruano no puede seguir tan mal como hasta ahora. Haga algo señor, Fernández.