Domingo de fútbol

Columna En la boca del tunel
Columna En la boca del tunel

Por Fernando Jiménez

Molinos El Pirata de Lambayeque se lleva la Copa Perú. El equipo con menos hinchada de los cuatro. El único conocido de su plantel, Juan Carlos Bazalar, su entrenador. ¿Por qué fue el campeón Pirata?. Hay varias razones. Primero, el poder del dinero. El equipo con más solvencia. Fue fundado hace apenas 3 años por un grupo de empresarios fanáticos por el fútbol, que decidió encarar esta aventura, La empresa arrocera la crearon hace ocho años y debido a sus utilidades y éxito empresarial, se preguntaron por qué no fundar un equipo con lo mejor de la región y después se iría reforzando. Segundo, porque tuvo mejor estructura que los demás, mejor resto y envergadura física y tercero por la seriedad con que encaró el torneo. Bienvenido a primera.

¿Por qué llevó el título de Segunda, César Vallejo?. Igual, por su poder económico. Es el juguete de la familia Acuña, dueños de universidades en el país. Porque se nutrió de buenos jugadores y porque “Chemo” Del Solar no perdona indisciplinas (Ya lo demostró limpiando a Farfán, Mendoza, Acasiete y Pizarro en el Inka Golf). El futbolista movido no es tonto. Sabe quién lo maneja. Y en Copa Perú hay muchos que no toman con seriedad la profesión. También porque tuvo mejor estructura y potencia física. Jugadores al día en sus pagos, no tenían que reclamar y eso influye mucho en el rendimiento. Ya estuvo en primera y hasta jugó una Libertadores y sudamericana.

Melgar se entusiasma, se ciega, no lo puede creer, silencia un estadio. Golea a Alianza Lima 3-0. El primero de Lito Sánchez, el segundo “Canchita” Gonzáles y el tercero de Nilson Loyola en complicidad con un mal rechazo de Rinaldo Cruzado. Los hinchas aliancistas empiezan a retirarse. Mascullan su bronca. Encienden sus autos mientras siguen la secuencia del partido por Ovación. Los otros ganan la calle Isabel La Católica. De pronto escuchan un grito estentóreo. Ha disminuido a 3-1, Affonso. ¿Habrá milagro?. No creen. Se muestran incrédulos. Faltan 20 minutos, Kevin Quevedo hace el segundo. Quieren regresar. ¿Y si no los dejan entrar?. Ya tiraron el boleto. Ya cuando están por la avenida Manco Cápac ocurre el milagro. Era el 3-3. Empate con sabor a triunfo. Pero ojo, era el local y no al revés.

Pablo Bengoechea dice en la conferencia que él ganando 3-0 no le empatan el partido. Está emocionado. Se prolonga su agonía. Está entre el cielo y el infierno. Si clasifica y disputa la final queda. Si pierde se va. Así de simple. No entendí eso de a mí no me empatan. En el fútbol ocurren tantas cosas que nadie es dueño de la verdad. Lo habrá dicho riéndose para adentro. Seguro estaba feliz porque está acostumbrado, como buen uruguayo, a esa clase de gestas.

Un partido que tiene seis goles, obligatoriamente tiene que ser un buen partido, salvo que esos goles se transformen en una goleada. Pero si es un empate es para magnificar el amor propio para remontar un resultado adverso. ¿Le alcanzará a Alianza solo el amor propio para ganar en Arequipa?. Falta poco para saber la verdad de la milanesa.

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