Por Fernando Jiménez
El viernes pasado compré el libro “El Camino a Rusia” del colega Umberto Jara y lo leí de un saque, de principio a fin. Hay algunos datos interesantes que percibíamos, pero con este testimonio pasó de un rumor a la realidad. Umberto está bien dateado ya que tiene amigos en el seno de la dirigencia actual que lo deben haber ayudado para que escriba este interesante libro en la que cuenta las indisciplinas de algunas de las estrellitas que se creían intocables en las gestiones anteriores. Los técnicos anteriores de carácter duro con los periodistas eran unas mansas palomas con esas “vacas sagradas” que por suerte y Gareca ya no figuran en el álbum de Panini, ni de Tres Reyes.
En la página 51 Jara escribe lo siguiente: “Dos que jamás entendieron de valores fueron Juan Manuel Vargas y Carlos Zambrano. Este último cuando Perú dejó la concentración en Temuco (Copa América 2015) y se alojó en el Hotel Intercontinental de Santiago para enfrentar a Chile en semifinales, trató de hacer ingresar, según un informe de seguridad, a una exuberante mujer a través de un familiar que fingía alojarse de manera independiente. Fue un episodio más en la obsesión del back central por burlar la custodia del cuerpo de seguridad cada vez que concentraba”.
Siguiendo con la lectura del libro, me encuentro con la página 53 y señala: “En la primera etapa del ciclo de Gareca, Juan Manuel Vargas llegó a dos entrenamientos con signos de haber tenido una noche no precisamente tranquila. Carlos Zambrano arribó con tardanza a dos entrenamientos y, para que nadie pueda comunicarse con él, optaba por apagar su celular. En el partido que se empató con Venezuela, Vargas se vio sobrepasado por el venezolano Añor y terminó lesionado. Zambrano al primer minuto del segundo tiempo cometió una falta brusca sin sentido y se ganó la amarilla para no jugar el siguiente partido con Uruguay. Peor aún esa noche Zambrano abandonó la concentración sin despedirse de nadie, como si el vacío que dejaba en la defensa no fuese su asunto”.
Dos miembros de la interna de la selección señalan que Vargas ya tenía antecedentes desde el proceso anterior. Un día llegó tarde a concentrar y le dijo con insolencia a Sergio Markarián: “Si no te gusta que llegue tarde, entonces no me pongas en el equipo”. El Jefe de Seguridad pasó un informe que Vargas hacía ingresar una camioneta a la concentración, mientras el resto descansaba, se iba al vehículo con lunas polarizadas para encontrarse con una señorita.
Yo me pregunto y me respondo: ¿Dónde está Vargas ahora? Respuesta: Dando pena en Universitario. Y que hace Zambrano en Rusia: “Llorando porque no va al Mundial”. Por las inconductas de esos “angelitos” y de otros, es que no íbamos a los mundiales desde hace 36 años.