EN LA BOCA DEL TÚNEL

Escribe:
FERNANDO JIMENEZ

Acreditados

“Si usted no retira sus credenciales en el horario establecido, no tendrá acceso al estadio
Centenario”, señala el comunicado de Prensa de la Asociación Uruguaya de Fútbol. Hay
que ir a las 2 de la tarde del miércoles. Y vamos. Nos piden el nombre, una chica y un
joven. Buscan en la relación que tienen registrados. Un colega sufre. Está delante de
nosotros en la fila. “Señor, cuántas veces quiere que le repita. Usted no está en la lista. No
le podemos dar ninguna credencial. El joven lamenta su mala suerte. Insiste. Quiere tener
acceso. Ha hecho un viaje tan largo y nada. Un vivo está revendiendo solapadamente cada
entrada a mil dólares. Ven a un peruano con su bandera en el hombro y le hacen la
propuesta indecente.

Next. El siguiente. Cunde la adrenalina. Pienso en el encadenamiento. Me busca el muchacho y los nervios afloran. La cadena está en el bolso. ¿Jiménez?, si señor. ¿Radio o
TV?, prensa escrita amigo. Todo Sport. Disculpe lo estaba buscando en radio y TV. La
chica empieza a buscar en Prensa Escrita y dice: Todo Sport, Jiménez, Fernando. Si señor.
Tenga su credencial. Firme acá la recepción. Solo Palco de Prensa. Zona 2. Conferencia de
Prensa en el auditorio. No tiene acceso a otros lugares. Acreditados. Respiro
profundamente. Una sonrisa aflora en mis labios. Tantos años en estos menesteres y sigue
el sufrimiento. En fin, cosas y casos de periodistas.

Veo por fuera la cancha del Centenario. Me persigno. Dios mío, ayúdanos mañana.
Estamos tan cerca. Un triunfo nos lleva al Mundial. Una derrota nos pondrá nerviosos. La
cancha luce hermosa. El césped es una mesa de billar. ¿A qué hora hace reconocimiento
Perú? Pregunta un colega uruguayo. No hay reconocimiento. Si vienen solo tendrán que
mirarla por fuera, sin pisar la cancha. Esa es la orden. Aparece por ahí Kevin Pacheco de
RPP y tiene sobre su hombro un trípode. Buenas tardes don Fernando, saluda
respetuosamente. Lo estoy leyendo en sus columnas, estuvo bueno eso de la cábala (Se ríe). Ojalá así sea. Mañana transmitimos en directo, comenta.

Freddy Lazo está a mi lado. Le pregunto: “¿En el 81 no había credenciales no? No,
responde, yo entré con mi carnet de Círculo”. Y yo con el carnet de Ovación que me dio
Pocho como corresponsal en Argentina, creo”, le digo. Aparece Raulito Bazán, redactor de
Todo Sport. Voy a pasar tres páginas. Ya le dije a Abelito. Nos vamos a comer choripán a
unos de los carritos que está en las afueras del Centenario. Un colega uruguayo amigo de
Raúl nos guía. Un restaurant abierto a las 4 de la tarde, imposible. Por eso vamos al carrito. 756 pesos, sale la cuenta (20 dólares, casi). Tengo que asumir el total. Una vaina ser director, qué se le va a hacer.

La noche anterior estuvimos en la llegada de la selección. A las 10 y 34 llegan al Hotel
Hilton Garden. Una nube de reporteros cubre la llegada. Unos cien hinchas peruanos
enloquecen. Los miran bajar del bus. El primero en aparecer es Pedrito Gallese, los mira,
sonríe y levanta la mano. Los demás pasan raudos y serios. ¿Tanto les cuesta saludarlos y
agradecerles el aliento? Los hinchas ni se dan cuenta de ese detalle. ¿Quién maneja
protocolo en la Federación? No les pueden sugerir que saluden, sonrían. Los hinchas son
fieles. Si bien es cierto hay barreras de seguridad, levanten la mano, sonrían díganle
GRACIAS por el aliento que tanto lo necesitamos. ¿Cuándo aprenderemos?

En Montevideo todos hablan de fútbol. No son fanfarrones, ni dan el resultado antes de.
Me cautivan con su forma de ser. Menos mal que no juega Guerrero, dice uno. Hay que
frenar a Cueva, ese petizo rompe cinturas y no arruga, afirma otro. Se sacaron la suerte con Lapadula, agrega uno que come su choripán. Hasta las mujeres sonríen cuando nos
escuchan hablar. Son peruanos, seguro vinieron para el partido, susurran en el shopping.
Pero ni veo gestos sobradores. Le ganamos a Venezuela, no jodan, Perú es otra cosa,
escuchamos.

En la puerta del hotel un taxista entrado en años comenta: “Mi ídolo fue Juan Joya
Cordero. Negro el 11. Hizo felices a los de mi generación. Mire que cuando venía el Santos
de Brasil, la gente se preguntaba ¿Vas a ver a Pelé? Y respondían; Voy a ver a Joya, Negro
el 11. Mamita querida, cómo jugaba. Y era guapo. Le cuento algo. En Peñarol había un
defensa el Pepe Sassia, era malo, machetero y les pegaba a todos. En un partido de práctica le entró con todo a Joya y el negro le dijo, acá no te voy a responder por respeto al entrenador, pero al final quiero verte a solas en el camarín para agarrarnos a trompadas.
Sassia aceptó y se peló. Joya era boxeador y lo molió a trompadas, por eso era mi ídolo, le
había pegado al más guapo de Peñarol. A partir de ahí fueron grandes amigos. No le
quedaba otra a Sassia”.

Escucho al taxista y me emociono. Esos eran nuestros próceres en antaño. Espero que esta noche, aparezcan los próceres del futuro. Piso tierra. El partido lo veremos con los huevos de corbata. Nacimos para sufrir. Perú se agranda con los poderosos. Quiero que me hagas llorar de emoción y mis dedos se deslicen fácilmente cuando empiece a escribir de cómo fue el partido. Soy periodista, poro cuando juega mi país me pongo la camiseta. Cuando se pierde los dedos se entumecen, cuando se gana escriben lo que dicta la mente y la fuerza del corazón.