Por: Fernando Jiménez // En el Día del Padre

Además de mi viejo, a quien adoro y el 27 de enero cumplió 94 años, uno siempre tiene otros padres en la vida. Son los que encumbran nuestro camino, los que nos guían, los que descubren nuestras aptitudes y nos dan el pase filtrado para que uno defina y si no lo hacemos no es culpa de ellos, sino de nosotros mismos. Mi papá Máximo, “Timo”, para los rimenses de antaño y es que mi viejo como los limeños de antes siempre saludaba con un “primo”, jerga antigua de los criollos de la vieja data. Y los niños de los mercados Limoncillo o Baratillo, donde mi viejo dejaba sus barras de hielo, lo llamaban “Timo”, ya que no podían decir primo, en su media lengua de la niñez. Y quedó con esa chapa. Los viejos lectores, quienes quizá lean está columna, sabrán que están leyendo al hijo de “Timo”, por si no lo sabían

Mi primer padre periodístico fue Oscar Vergara, “Osver”. El en marzo de 1978 cuando nos conocimos era Jefe de Redacción, de La Tercera de La Crónica de Lima. Fue a Buenos Aires, por esa fecha, para cubrir un partido amistoso de Perú ante Argentina, antes del Mundial 78. Recuerdo que escribia en su libreta de apuntes en el Hotel Continental, de propiedad de Aragón Cabrera, presidente de River, en la Calle Diagonal Norte, de la capital Federal. Ahí se alojaba la selección peruana. Era un viernes por la noche y llovía torrencialmente en Buenos Aires, no obstante, tras la cena correspondiente, en la Pensión de Estudiantes, nos pusimos de acuerdo con Carlitos Conde, para ir a ver a la selección. Estábamos apenas a 10 cuadras del hotel

Al llegar preguntamos al conserje, sí ahí estaba alojada la selección peruana. Nos dijo que, si y nos señaló a un señor que escribía en su libretita, Él es periodista peruano, y les puede dar más detalles. Lo saludé y le pregunté de que medio era. No levantó la cabeza y siguió escribiendo, solo dijo soy de la Tercera de La Crónica. De inmediato, le pregunté: Ah usted debe conocer a mi primo Samuelito Castillo. Ahí recién levantó la mirada ¿Es tu primo?, si le dije. Él trabaja conmigo y cómo no me ha dicho nada, retrucó. Se debe haber olvidado. Entonces, se alivianó y me dijo: Espera que llegue la selección, han ido al gimnasio de Racing, hago unas notas y te invito a cenar.

Recuerdo que lo llevé a Pippo, un famoso restaurante entre la avenida Corrientes y Montevideo. Carne y vino y una charla por demás placentera. Me hizo una serie de pregunta sobre el fútbol argentino que las fui respondiendo ya que era, por ese entonces, un ávido lector de El Grafico y de Clarín. Seguro lo impresioné con las respuestas que me preguntó: ¿Qué estudias acá? Administración de Empresas, fue mi respuesta. Ya estaba por el cuarto ciclo, cuando lanzó el estiletazo: ¿Y por qué no estudias Periodismo? Me encantaría, fue mi respuesta, pero es difícil trabajar de periodista en Perú y yo quiero algún día regresar.

Envíame revistas que no llegan allá, como Gente, Siete Días, Goles. Y yo pongo tu crédito, Mejor si te animas a entrevistar con una grabadora y yo lo pasó en Radio Libertad, donde tengo un programa Entre Gol y Gol, con Javier Chávez Campoverde. Así que al finalizar el Mundial, me animé y empecé a enviarles los casetes grabados. Pero eso no bastaba, no me sentía seguro hasta que un año después fui donde el Decano y le pedí que me cambiara de carrera, ¡Estás loco!, termina una y haces la otra, me sugirió. Ya estoy decidido decano, quiero hacer periodismo. Trece materias y solo dos me reconocieron de las 15 aprobabas. Creo que fue Introducción al Derecho e Introducción a la Economía. OSVER fue el que me dio el pase filtrado a lo Roberto Chale y Pedrito Ruiz, para hoy ser periodista.

Mi segundo padre periodístico fue Alberto Best. Más que un padre fue un tío, un hermano mayor y amigo leal y de fierro. Mi consejero, mi guía. Un periodista cabal, honesto, admirable, criollo como los mejores. Nunca le vi hacer una jugada rara. Además, me hacía reír. Lo conocí personalmente en El Nacional y después ya con jefatura instalada lo llevé a Todo Sport. Me gustaba porque me ponía los pies sobre la tierra. Cuando escribía columnas arteras o descomunales criticando al personaje, me decía: ¿Quién te crees, el Fiscal de la Nación? Critica con respeto, con educación, con galanura, eso duele más que una frase de callejón. Lloré mucho su muerte en marzo del 2011, fue el peor cumpleaños que pasé en mi vida. Hoy lo recuerdo más que nunca a 13 años de su desaparición

Fue un Día del Padre espectacular. Lo celebré en casa de mi amigo y hermano Héctor “Elito” Gonzales, con quien data una amistad de 1987 cuando vivía en Buenos Aires y hoy reside en Los Ángeles, con Mechita, su esposa, Edward, Beverly y Elizabeth, sus hijos, Steve, su yerno y Scarlett, su nieta. Estuvieron también mi esposa Mireya, mi hija Gaby, su novio Brandon y fue una reunión muy bonita y adosada con una parrilla argentina espectacular, rociada de buenos vinos tintos. El jueves muy temprano nos vamos a Arlington, para ver el Perú – Chile. Pero antes, el miércoles retiraremos las credenciales, en esta ciudad y a cubrir la Copa América, en vivo y en directo.