Pura pasión por la ‘Blanquirroja’

Columna del Lobo
Columna del Lobo

Por Juan Carlos Esteves

Hoy se cumple un año de la clasificación de Perú al mundial de Rusia 2018. Le ganamos 2-0 a Nueva Zelanda en el repechaje y conseguimos el sueño anhelado: ‘sacar pasaje’ para una Copa del Mundo luego de 36 años.

Un día muy especial, considerando que más de tres generaciones o tal vez cuatro no vieron a la Blanquirroja clasificar a un mundial, ni por televisión, ni en el mismo estadio.

Por mi parte, antes de ese bendito 15 de noviembre del 2017, solo había tenido la dicha de presenciar dos clasificaciones históricas a una Copa del Mundo. Ambas por televisión y ambas sin mayoría de edad. La primera de niño, cuando goleamos 5-0 a Bolivia en la liguilla de Cali y llegamos a Argentina 78 con Marcos Calderón como técnico. La segunda ya de adolescente, cuando tras empatar ante Uruguay en el Estadio Nacional y dar una cátedra de buen fútbol con Cueto, Uribe, Barbadillo, clasificamos a España 82.

No había tenido la ‘suerte’ de haber estado en un momento histórico como los anteriores, in situ y como un verdadero hincha apasionado. El año pasado, exactamente un año atrás ‘me cobré’ mi revancha.

Un partido antes cuando le habíamos empatado a Colombia, en el recordado tiro libre de Paolo Guerrero que nos llevó al repechaje y que el buen Daniel Peredo, lo inmortalizó con el grito desaforado de ‘la tocó, la tocó, la tocó…” por el arquero Ospina, me encontraba en la tribuna oriente.

La verdad que el gol se gritó muy fuerte. Pero me dio la sensación que esa tribuna, como tal vez la de occidente, estaba llena de muchos peruanos ‘turistas’ que habitualmente no asisten a un estadio repleto. Rápido me di cuenta cuando algunas personas desconocían el nombre de muchos jugadores que iban a defender la histórica camiseta de la selección.

Así que ante Nueva Zelanda, decidí irme a una tribuna popular para vivir el mismo fervor del verdadero hincha de fútbol. Sin embargo, no fue fácil. Las entradas subieron como la espuma, por la gran demanda que hubo. Al final tuve que pagar 600 soles (su valor oficial era 109 soles) a un revendedor conocido y dije para mis adentros: “Si Perú clasifica, está bien pagada la entrada, porque esta experiencia que voy a vivir nadie me la va a quitar”.

Como era lógico, para vivir esta verdadera fiesta del hincha peruano, me puse mi camiseta blanquirroja. Llegué al Nacional como a las cuatro de la tarde e hice mi larga cola sin ningún tipo de enfado. Ya se coreaban los cánticos de la selección.

Recuerdo que delante de mí había un jovencito con dos entradas y discutía con su enamorada por celular. Volteó y me dijo: “Pucha mi flaca está saliendo de su trabajo por la avenida Colonial, se va a demorar para llegar. Le he dicho que ya no venga porque voy a entrar. Está histérica”. Te corres el riego que termine contigo, le dije. “Si pues, pero primero es mi selección”, me respondió. No hay duda puro amor por la ‘Blanquirroja’. Lo del partido es historia conocida. Y es cierto fue el día del verdadero hincha de la selección. Así lo viví yo, con tanto grito, con tanta pasión.