Por Fernando Jiménez
Más de 20 mil espectadores en el estadio. Ricardo Gareca y su comando técnico en el Palco Azul. 22 jugadores desarrollando el partido en la cancha. Emanuel Herrera ya metió dos goles. Es su costumbre. Kevin Quevedo está motivado y ha metido un gran gol. Buen pase de Rinaldo Cruzado. El comisario Carlos Zapata recibe la información que los policías se han retirado del Estadio porque se agarran afuera las barras de Alianza y Cristal. Dejan abandonado el recinto. Le avisa al árbitro Joel Alarcón y éste para el cotejo. No hay garantías, les dice a los capitanes y los jugadores lo rodean. Tiene que resguardar la seguridad. Teme actos de violencia. “No hay garantías”, entiendan les reitera a los jugadores.
¿Y el público que pagó su entrada?. No entiendo nada. Todos los peruanos pagamos con nuestros impuestos a la policía para que nos cuiden, para que nos protejan. ¿De quién recibieron la orden de retirarse?. El alto mando de la PNP debe emitir un comunicado. Quizas ya lo envió cuando usted lea esta columna que está siendo escrita una hora después del incidente. ¿Por qué no se envió refuerzos?. Creo que fue una advertencia como diciéndoles: Ordenamos que no asista la barra rival. Es decir, la de Cristal. No quiero pensar que nuestra policía tenga esa clase de resentimientos. La policía reprime y después pasa la factura.
Así está nuestro fútbol. Sin protección debida. No podemos dejarnos avasallar por las barras bravas. Somos más como para estar aguantando esas inconductas. Ahora comprendo porque la Barra de Alianza salió a defender su predio de Matute cuando fue invadida por los evangélicos. Pareciera que estamos en la selva, en la que tenemos que hacer justicia por nuestros propios medios, cuando la que tenía que parar esa invasión era la policía en toda su dimensión. Creo que hay una Comisión Antiviolencia. Deben actuar de inmediato. No le pido nada a la FPF porque está acéfala. No hay una voz autorizada que salga a dar explicaciones, pero esto no debe volver a suceder.
No aprendemos la lección. El desatino de un oficial provocó la muerte de casi 400 personas hace muchos años en la Tragedia del Estadio Nacional. ¿Sabía usted que antes se cerraban las puertas una vez que habían ingresado los espectadores?. Cuando entró el inefable “Bomba” y quiso hacer justicia por un gol que le anularon a Kilo Lobatón en un partido Perú – Argentina para ir a los Juegos Olímpicos de Tokio. Bomba entró a pegarle al árbitro uruguayo Angel Pazos quien nunca se recuperó de ese trauma. Tras arrojar las bombas lacrimógenas los policías para reprimir hizo que los hinchas salieron despavoridos de las tribunas encontrándose con las puertas cerradas y se asfixiaron. Al siguiente día, los muertos yacían en la pista de las afueras del Estadio. Una tragedia de triste recordación lo que ocurrió un 24 de mayo de 1964.
Basta de violencia. No permitamos que los desadaptados nos ganen. Somos más los que nos conducimos bien, para estar soportándolos. Ayudemos también a la policía. Pero no entiendo por qué se fueron. Espero el comunicado.