¿Argolla en la selección?

Columna del Lobo
Columna del Lobo

Sin ser un extraordinario futbolista, Cristian Benavente se ha ganado el cariño y la simpatía de la hinchada peruana que “empuja” a su manera para que Ricardo Gareca lo lleve al mundial de Rusia 2018. El “Chaval” sin haber jugado en toda la eliminatoria es uno de los cinco jugadores de la selección con mayor grado de  popularidad.

Nunca pasa desapercibido en un entrenamiento y menos en las redes sociales. Todos quieren tomarse un selfie con él y lo alientan para que continúe progresando con la pelota.

¿Cómo se ganó tanta preferencia de la difícil hinchada peruana?  Primero por su cariño al Perú a pesar que nació en España (de madre peruana) y jugaba en las divisiones menores del Real Madrid. Benavente siempre quiso defender la blanquirroja con mucho orgullo, por eso llegó para la sub 17 y luego sub 20 sin inconvenientes. A diferencia de Lapadula, que optó por Italia, él se involucró más con lo nuestro.

Segundo, mientras algunos seleccionados que jugaban en el exterior estaban en plan relajo y del aeropuerto  se daban su salto a las discotecas,  Benavente bajaba del “Jorge Chávez” y se iba directo a La Videna para entrenar. Tiene sentido de la responsabilidad, decían muchos.

Además de esto, el “Chaval” es un jugador carismático, humilde y sabe jugar al fútbol, aunque no está a la altura de los grandes cracks, por eso juega en Bélgica y no en España.

Por esto y otras cosas más, la inminente exclusión de Benavente en la lista final de Gareca, ha generado el enfado de los “Benalovers”, quienes han tejido muchas historias como aquello que la argolla en la Blanquirroja lo está marginando.

“Ante Islandia, Farfán y Carrillo no le daban pase y menos lo miraban”, es uno de los argumentos de los hinchas pro Benavente. Otros van más allá y refrescan esa imagen de Advíncula cuando le da un beso en la mejilla a Corzo cuando es reemplazado por él, mientras que Ruidíaz le da la mano fríamente al “Chaval” cuando era sustituido.

¿Hay argolla en la selección? Creo que los grupos no se hacen de la noche a la mañana. Es un proceso largo en algunos casos, que cuando llegan los triunfos es difícil que caiga bien cualquier futbolista “diferente a ellos” que no ha formado parte de una campaña victoriosa. Este debe ser el caso de Benavente que ha llegado a un equipo ya armado, donde todos se conocen de memoria.

Fatal para él, que el tiempo no está de su lado y para mostrarse ya no tiene tanto tiempo. Es verdad, es un buen jugador, pero con la selección mayor hasta el momento no ha tenido una producción para ocho puntos como mínimo. Por supuesto, eso no quiere decir que no deba ir al mundial. Eso es otro tema.

El año 1970, en tiempo que no había redes sociales, toda la hinchada y el periodismo en general empujó para que Didí llevara al mundial de México 70  a Sotil que no había participado en el proceso de las eliminatorias. El técnico de la selección se allanó al clamor popular porque sabía que estaba frente a un futuro crack de élite mundial. El tiempo le dio la razón a todos. Hoy no creo que Benavente esté a esa altura, como para que se piense que lo quieren arrimar de la selección a la mala.