Conmoción en el mundo, se fue Alemania

Columna En la boca del tunel
Columna En la boca del tunel

EN LA BOCA DEL TÚNEL

 

Escribe: Fernando Jiménez

Desde Sochi – Rusia

Me detuve a verle el rostro al técnico alemán Joachim Low cuando el árbitro hizo un cuadrado con sus manos y pidió el apoyo del VAR. Se tomó la barbilla. Esperó la decisión final y cuando el juez señaló el centro del campo, se derrumbó. Faltaban pocos minutos. Los coreanos felices y contentos. Jugaban a nada, ya estaban eliminados, pero se tumbaron al campeón del mundo. Eso se escribirá en los anales de la historia. David venció a Goliat y lo hizo llorar. Con esto se terminaba una generación de alemanes que supieron conseguir la Copa en el 2014, inclusive haciendo llorar a Brasil al que le metió siete goles.

 

‘Papi qué está pasando, cae Alemania, clasifica con las justas Argentina, lo golean a México”, me pregunta por el WhatsApp mi hija Andreita quien ve plácidamente el partido en casa con su mami. Le respondo que este Mundial es impredecible, que cualquier cosa puede pasar. Mi amigo Salomón Suzzane, excelente piloto de aviación y gran amigo futbolero, me envía un meme en la que Thomas Müller dice: “Un Mundial sin Perú no es lo mismo, mejor nos vamos”. Me saca una sonrisa. Pero me doy cuenta de que todos están enganchados con el Mundial.

 

Brasil juega a media máquina y gana. Aun no deslumbra Neymar. Hace lo justo. Buena cortada para llegar solo al área de Paulinho y pone el primero. Thiago Silva hace el segundo. Tité celebra. Piensa en México. No será fácil. Brasil se impone por demolición, me diría Roberto Chale. Si estuviéramos juntos viendo el partido. Lo se porque siempre que vimos a Brasil me decía lo mismo. Los brasileños entran a la cancha sabiendo que los alemanes los humillaron en el mundial pasado. Sonríen. Ya no habrá revancha.

 

El Mundial empieza a quemar. Siempre los octavos son lo más atractivo. Ganas o mueres. Solo hay 30 minutos más de vida si empatas en el tiempo reglamentario y después el suplicio de los penales. A todos los tiembla la pierna. Todo el país está pendiente del que va a tirar, del que los va a llevar a la gloria o al infierno. Los arqueros tienen más posibilidades de convertirse en héroes. Aun recuerdo a Keylor Navas cuando me hizo lagrimear y le dio una alegría enorme a Costa Rica en el mundial pasado clasificándolo a la siguiente instancia. Pero más recuerdo cuando se le acercó el preparador de arqueros antes de que se ejecuten los tiros y le dijo: “El país está en tus manos”.

 

FIFA me aprobó el pupitre para ver el Portugal-Uruguay. Almorzando vi a varios uruguayos paseando por la costa de la playa con su termo y su mate. Están felices. Quieren ser campeones. Les gustaría que Argentina le gane a Francia para toparse, si es que ganan, con sus primos hermanos en cuartos. “Siempre para nosotros es hermoso eliminarlos. Ellos nos respetan más que a cualquiera. Saben que nosotros ponemos la patita un poquito más fuerte que los demás y con nosotros no se cancherean”, me dice uno de ellos mientras me sirve una mateada. Primero gánale a Portugal, le digo sonriendo.

 

 

Me escribe Carlitos Ángeles a mi muro y me confirma el ‘Chacho’ Cáceda que falleció Guillermo Calvo. Mi gran amigo, mi monitor en la Escuela de Paracaidistas. Me derrumbo. Lo quise mucho y creo que él también. El día que nos reencontramos de tantos años, allá por el 96 en el Club Revólver y fue a la Peña Calila, me dijo: Hoy nos tomamos una caja. Tú fuiste mi alumno y sabes que no es joda saltar de un avión. Julio Baylón lo respetaba mucho. Un día le dijo: “Con el único que no me atrevería a trompearme es contigo. Sé que tú vas bien al puñete porque fuiste mi monitor”. Calvo fue un gran empresario. Visto con sus sedas a la selección en la Copa América 87. Paz en la tumba de ‘Memo’. Que Dios lo reciba en su gloria.